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Blog/Entrevista a Djalminha: equipos, trayectoria y anécdotas
Valentía, osadía, talento y diversión. Las características de siempre del
fútbol de Brasil las encarnaba a la perfección Djalma Feitosa Dias
(Sao Paulo 1970) y las demuestra todavía en la playa de Río.
Una entrevista de Ricardo Viel. Fotografía de José Luis Somensi
Tardo menos de un minuto en asegurarme de que el tipo que veo jugar al futvolley en la playa realmente es Djalminha. Basta que el balón toque la arena de su lado de la cancha. Lo que sigue son improperios y recriminaciones.
“Pasé todos los balones y el primero que te llega a ti haces esa mierda”, le dice a su compañero. Lo dice enfadado, pero también se ríe. Le está reprochando y vacilando a la vez, y lo hace un poco en serio un poco en broma, como siempre jugó al fútbol. Doce años después de colgar las botas, el ex futbolista brasileño sigue casi igual de físico -se le nota un ligero volumen en la barriga, pero seguirá pesando casi lo mismo que cuando era profesional- y de carácter igual. “No me gusta perder, soy muy competitivo”, me diría después.
Antes de la entrevista le veo jugando en la playa durante dos horas. Jugando partidos con apuestas. Si pierde un partido, dobla la apuesta. A veces interrumpe el juego para invitar a un amigo a apostar, o retar a otro a subir el dinero del reto.
En total, pierde más que gana en toda la tarde porque habrá dejado alrededor de 40 euros a los adversarios. Aún así, se ve que lo es disfruta. Se ríe, comenta las jugadas (algunas geniales) que hace, lamenta los errores y toma el pelo a los rivales cuando gana un punto. Ya casi es de noche cuando para. Se va a duchar y antes de sentarse para esta conversación pasa por delante de un amigo y le dice: “Todavía no me creo que me hayas ganado, no sé cómo he podido perder”.
Nacido en Santos (Sao Paulo) en 1970, Djalminha empezó como profesional a los 18 años en el Flamengo. Brilló en un mágico Palmeiras dirigido por Vanderlei Luxemburgo pero fue en el Deportivo de La Coruña donde vivió sus mejores años como futbolista. Con el Depor ganó una Liga, una Supercopa y una Copa del Rey, pero también enfrentó el momento más amargo de su carrera: una agresión a Javier Irureta durante un entrenamiento por discrepar por la señalización de un penalti (no le gusta perder ni en los entrenamientos). Sobre el episodio, que le costó una plaza en el Mundial del 2002 -Luiz Felipe Scolari dijo que lo tenía en la lista de los seleccionados-, suele decir que no fue un gesto bonito, pero que no se arrepiente de nada de lo que hizo en la vida, ni de ese “pequeño cabezazo” que se “volvió un gran problema”.
Djalminha, el mediocampista que era igualmente capaz de sorprender con una jugada o con una metedura de pata, tuvo que ver desde lejos como Rivaldo y Ronaldo ganaban un Mundial para Brasil. Buenos tiempos en los que la canarinha podría prescindir de un genio y aún así triunfar.
Tu padre fue un gran jugador de fútbol. Pero, ¿te ayudó o te dificultó
ser el hijo de Djalma Dias? ¿Es verdad que empezaste a jugar
porque él te llevó a un amistoso cuando tenías 17 años y eclipsaste
a Pelé?
No, eso no es así. Yo empecé a jugar a los 10 años en fútbol
sala y después pasé a la cancha. Creo que en mi caso ni fue un
ayuda ni un obstáculo ser hijo de mi padre. Cuando empecé,
poca gente sabía de quién era hijo. Además no me pasó lo que
a veces pasa en estos casos porque jugábamos en posiciones
distintas. Él era defensa y yo era mediocampista, así que no
había mucha forma de compararnos.
Y tu hijo ahora está intentando ser futbolista también. ¿En qué
posición juega?
Sí, él esta en la cantera del Boa Vista, en Río de Janeiro. Es
mediocampista también.
¿Zurdo?
No, es diestro.
¿Tratas de ayudarle, darle consejos, o crees que él tiene que hacer
sus elecciones y aprender con los equívocos?
No, yo intento ayudarle porque si te equivocas cuando ya
eres maduro, ya estas consagrado, es fácil; pero si haces eso
en el inicio de la carrera hay el riesgo de que no te levantes,
que te quedes por el camino. En mi caso yo me equivoqué,
di un cabeazo a una persona, y no me arrepiento de eso, pero
no es algo que esté bien. Si me preguntas si borraría de mi
vida ese episodio [la agresión a Irureta] te digo no, porque
es algo que forma parte de mi carrera, que fue tan exitosa
porque también tuvo algunas derrotas. A mi hijo le trato
de explicar que ser futbolista profesional es muy difícil, que
hay que entrenar y dedicarse a ello. Y le doy la educación
que recibí: el estudio es fundamental y está en primer lugar.
Yo terminé la enseñanza básica y incluso me inscribí en la
universidad, pero en ese momento me ascendieron a los
profesionales del Flamengo, y entonces ya era dedicación
plena. Tenía un trabajo y tuve que abandonar la idea de
seguir estudiando.
¿Eres capaz de imaginar tu vida sin fútbol? ¿Qué hubieses sido?
A mí siempre me gustaron las matemáticas, pensaba en estudiar
eso. Pero no imagino mi vida sin fútbol, no sólo porque
empecé a jugar desde muy pequeño sino también porque siempre
me dio mucho placer el fútbol. Cuando empecé no tenia
ambiciones, no era como los críos de hoy que sueñan jugar en
el extranjero, no me pasaban esas cosas por la cabeza, yo quería
jugar.
Te he visto jugando en la playa. Eres muy competitivo, ¿verdad? No
te gusta perder ni en el entrenamiento…
Sí, sí, soy muy competitivo. Siempre fue así, está en mi sangre.
No me gusta perder, siempre entro para ganar. Jugué hasta el
momento en que sentí que no estaba bien y no quise exponerme
porque soy muy exigente. Dejé de jugar a los 34 años.
Pero uno te ve jugar hoy día, a los 45 años, y estás muy bien. ¿Dejaste
de jugar por cuestiones físicas o por que ya no te daba placer?
Nunca tuve problemas físicos graves, todavía estoy bien.
Realmente dejé de jugar porque ya no me daba placer. Salí del
Depor y estuve seis meses en el América de México. Tenía
contrato de un año, pero a los seis meses paré. Dejé de jugar
por eso, porque era muy complicado entrenar sin ganas de
jugar, sin estar motivado.
¿El fútbol cambió mucho desde que dejaste de jugar? ¿Es un fútbol
más físico y menos técnico el de hoy día?
Creo que el fútbol hoy en día tiene menos calidad. Mucha
gente dice que el fútbol ahora es más físico, pero me parece una
tontería. Físico siempre fue. En 1910 había un preparador físico
y todos tenían más o menos la misma capacidad. En 1970
había otro, y ahora otro. Lo que hizo y hace la diferencia es la
calidad, y creo que hoy hay menos calidad que en mi época.
¿Entonces crees que si jugaras hoy destacarías todavía más que en
tu época?
Creo que solo recibiría elogios, sería más fácil. Paulo Henrique
Ganso, del São Paulo, completa dos pases bonitos y
reclaman su convocatoria para la selección. Hace un partido
bueno y ya parece que es un genio.
Ahora trabajas como comentarista deportivo en ESPN Brasil. ¿Es
divertido? ¿Te cuesta hablar en la televisión?
Es divertido, me lo paso muy bien. Participan otros ex jugadores,
como Sorín, Raí, Alex… Me gusta mucho.
«Me equivoqué y le di un cabezazo a Irureta. Si me preguntas si me
arrepiento te digo que no, porque forma parte de mi carrera que fue
tan exitosa porque también tuvo algunas derrotas».
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¿Encuentras alguna explicación para lo que pasó en el Mundial
pasado, la goleada de Alemania a Brasil?
No, no veo explicación. A mí, como comentarista, no me
gusta hablar de folclore, me gusta hablar de cuestiones
técnicas, pero creo que lo único que puede explicar el 7 a 1
es que los jugadores, por jugar en Brasil, no se atrevieron a
defender. Si un partido esta complicado, y un jugador siente
eso, hay que defender, hay que retroceder y encerrarse. Creo
que los jugadores brasileños, por tener la hinchada a su
lado, creyeron que podían lanzarse al ataque y que las cosas
saldrían bien a la fuerza.
¿Entonces faltó un líder dentro del campo para controlar la ansiedad
y los nervios?
El entrenador puede también ayudar, hablar, pero creo que
los jugadores son los que más sienten eso y tienen que decidir
dentro de la cancha. Cuando empieza el juego uno siente si la
situación es favorable o no. Si es favorable hay que arrinconar
al rival, y si no lo es hay que defenderse. Y ese día no fue así,
se lanzaron desordenadamente, de cualquier manera sabiendo
que tenían en el otro lado a una selección muy fuerte. Y pasó
lo que pasó.
Ahora mismo no hay ningún entrenador brasileño comandando un
equipos de los grandes del fútbol mundial, ¿es una señal de que
tácticamente Brasil está desfasada?
A ver. Creo que hay una dificultad añadida con los entrenadores
brasileños por el tema del idioma. Fíjate que por
ejemplo en Portugal, donde se habla la misma lengua, ya
hubo y hay más entrenadores brasileños. Es que si no consigues
comunicarte bien con los jugadores es muy complicado,
y tener un traductor todo el tiempo es una mierda, no funciona.
Hay un lenguaje del fútbol que no tiene que ver con
el idioma, uno puede hablar bien el inglés pero si no sabes
las jergas, los términos específicos del fútbol, no consigues
transmitir lo que quieres a un jugador. Por ejemplo, Luxemburgo
me parece un excelente entrenador pero no triunfó en
el Madrid, y fíjate que el portugués y el español son idiomas
parecidos. Eso del idioma es un punto, pero creo que además
de eso hay pocos, muy pocos entrenadores brasileños que
tendrían capacidad de entrenar un equipo de las principales
ligas mundiales hoy día.
Y cómo ves hoy la selección brasileña, ¿está por debajo de los
demás?
No creo que Brasil esté por debajo, pero lo que pasa es que
antes teníamos muchos jugadores que estaban por encima de
la media. Tácticamente nunca hemos sido una maravilla. Aun
cuando fuimos campeones mundiales no fue por la táctica
sino porque teníamos jugadores que decidían. Lo que pasa es
que antes teníamos por lo menos dos jugadores que marcaban
la diferencia. Hoy tenemos uno, solo uno, y que ni sabemos si
un día será el mejor del mundo: Neymar. Por ahora no lo es.
Neymar es un fuera de serie, un jugador que decide y arrastra
al equipo, pero necesitaba compañía, necesita otros jugadores
para dividir la responsabilidad. Douglas Costa del Bayern
de Múnich viene en una buena racha, su fútbol viene en un
creciente, así como Willian, del Chelsea, a ver si continúan así
hasta el Mundial.
¿Echas de menos la época de jugador? Hay futbolistas que cuentan
que sueñan toda su vida que juegan al fútbol, ¿te pasa a ti?
No, nunca me ha pasado. No tengo mucha nostalgia. Como
mi padre fue futbolista creo que traté de trabajar eso en la cabeza,
siempre supe qué es el post fútbol, fui testigo, entonces
aun cuando jugaba traté de direccionar mi vida a otras cosas
pensando en el después. Hoy día tengo algunos negocios y
trabajo en la tele.
¿Nunca pensaste en ser entrenador?
No, nunca. Por suerte hasta hoy no me pasó eso por la cabeza
porque es muy estresante. Pero lo de la tele me gusta. Comentar
es más tranquilo y comentar después del partido es mucho
más fácil.
¿Todavía la gente te reconoce por la calle y pide una foto o
un autógrafo?
Sí, mucho. En São Paulo, donde fui ídolo jugando con el
Palmeiras y cuando voy a otras ciudades para participar en
partidos de exhibición me asedian mucho. Sólo en Río, donde
vivo, no me paran mucho por la calle porque ya están acostumbrados
a verme el la playa…
¿Y cuando vas a A Coruña?
Ahí es otra historia, una locura.
¿Vas mucho?
Mucho. Creo que desde que me fui de ahí solo hubo dos años
que no visité la ciudad. Siempre voy a partidos de exhibición
o incluso solo para visitar. El año pasado fui. Tengo muchos
amigos ahí, españoles y brasileños. Donato por ejemplo
todavía vive ahí.
Te fuiste de A Coruña en el 97 después de unos años mágicos en el
Palmeiras de Luxemburgo que ganó todo y batió records. ¿Dudaste
en salir?
La verdad es que no, porque fui de los últimos en irse.
Ya se habían ido casi todos: Cafu, Rivaldo etc. Y entonces
pensé: también me voy. Estaba decidido. En la Copa
América de 1997 hablé mucho con los que ya estaban en
España. Mauro Silva, Donato, Rivaldo, Luizão, todos ellos
estaban ahí y me dijeron que me fuera. Yo sabía que con
ellos ahí me adaptaría muy fácil, y así fue. El problema fue
que esa temporada en la que llegué el equipo no fue bien.
Yo estaba adaptado desde el principio, incluso hice una
buena temporada pero el equipo no. El título vino en mi
tercera temporada, la 1999/2000. Quizás ese equipo campeón
no fue el mejor de esos años, después de ser campeón
trajeron más jugadores e incluso mejoraron la plantilla.
Teníamos que jugar muy bien todos, era importante que
cada pieza funcionara muy bien y así fue. Makaay haciendo
muchos goles, Mauro Silva, Donato y Naybet en la contención,
era un equipo muy bien aceitado. Si hubiésemos
tenido uno o dos lesionados aquella temporada habría sido
muy complicado, pero salió bien.
Mauro Silva y Donato corrían por ti, ¿o tenías también que defender?
No, yo tenía que defender también, pero por la manera como
jugaba el equipo yo tenía un poco más de libertad. Jugaban
Victor y Fran abiertos –luego se lesionó y entró Turu Flores– y
detrás Mauro Silva y Flavio, que marcaban mucho, y entonces
yo tenía como función asistir a Makaay, acercarme a él.
¿Tu manera pícara de jugar fue bien aceptada desde el principio?
Sí, nunca hubo problema, más bien al revés, era un punto de
desequilibro positivo. Siempre busqué al máximo explorar la
creatividad.
Y la lambretta contra el Madrid, ¿era una jugada ensayada?
Fue de improviso, me salió en aquel momento, no había
pensado antes. Fue al principio del partido y luego después de
aquella jugada llegó nuestro primer gol.
Raúl te dijo algo, ¿es cierto?
Fue después, cuando ellos hicieron un gol. Yo cogí el balón y
lo tiré lejos, íbamos ganando 2 a 1. Entonces Raúl se acercó
y me dijo que yo jugaba muy bien y no hacia falta hacer
tonterías. Le contesté también unas groserías y bien, todo eso
es parte del fútbol.
Pero tu manera de ser a veces desconcentraba a los rivales. Como
cuando le tocaste el culo a Mostovoi y él creyó que fue Mauro
Silva.
Se voltea y se encuentra a Mauro [se ríe]. Claro, yo hacía esas
cosas más que nada para desconcentrar al adversario y sacar
partido. Y funcionaba.
Pero parece ser que hoy día ese tipo de artificio es más recriminado.
Neymar hizo una lambretta contra el Athtletic y fíjate el lío que
se montó…
Pero hay que hacerlo una y otra vez. Siempre digo eso, si
todos supiesen hacerlo lo harían, pero como no saben se enfadan
cuando el rival les hace una. Eso es fútbol. ¿No puedo
hacer un sombrero? ¿No puedo tirar un caño? Siempre que
me encuentro con Neymar le digo lo mismo: esa es tu manera
de jugar, no hagas caso a los que te dicen que cambies y sigue
haciéndolo.
¿Esos años en el Depor fueron los mejores de tu carrera?
Creo que como equipo el Palmeiras del 96 era imbatible,
pero el Depor fue la cima de mi carrera. No es que yo fuera
el mejor del equipo, pero tenía más responsabilidad, el equipo
dependía más de mí que el Palmeiras, porque ahí era un
pedazo de equipo, todos eran muy buenos. O sea, en el Depor
destaqué más.
Se suele decir que a ti solo te gustaba jugar contra los grandes, que
cuando te enfrentabas al Barça o al Madrid jugabas mejor, ¿era
así?
En España decían que yo crecía en partidos así. No sé, lo que
pasa es que me motivaba mucho enfrentarme a ellos. ¿Ah, que
esos son los mejores? ¡Entonces voy a enseñar quién es el mejor!,
así pensaba. Y hay otro punto. Hoy día no es así, pero en
aquella época el Barça y el Madrid eran equipos que dejaban
jugar, principalmente el Barça, no ejercían tanto la presón, y
daba espacio al otro equipo, y era más fácil para mí.
¿Qué echas de menos de España?
Quiero mucho a España y tengo muchos recuerdos. Me
encanta la comida, por ejemplo. No hay nada mejor que la
comida gallega. Si tuviera un trabajo ahí, si tuviera algo qué
hacer, viviría en A Coruña encantado de la vida. Pero tengo
trabajo en Río y es una ciudad espectacular también. •
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